LONDRES-PARIS.

Cuando indiqué, al hablar de Strindberg, el proceso en que figuraría Oscar Wilde, no podía engañarme respecto de su resonancia mundana, porque en París se ha hablado mucho de las quisicosas de aquel poeta.

Cuando indiqué, al hablar de Strindberg, el proceso en que figuraría Oscar Wilde, no podía engañarme respecto de su resonancia mundana, porque en París se ha hablado mucho de las quisicosas de aquel poeta.

Las consecuenoias inmediatas del inaudito escándalo, que circula per telégrafo j por cable, manchando las páginas de la prensa europea y americana, son dos; á saber:

Las consecuenoias inmediatas del inaudito escándalo, que circula per telégrafo j por cable, manchando las páginas de la prensa europea y americana, son dos; á saber:

1. El descubrimiento de que la enfermedad de Oscar Wilde es una verdadera epidemia, que se extiende, como horrible mancha, sobro aterciopelados camarines de John's Wood, Piccadilly, West End y Regent street, saturados de orientales perfumes, y entre luces lánguidas y mimosas, tornasoladas y brillantes, que alumbran, con el color de la bengala, á séres decrépitos y extraviados mentalmente, constituidos en perversa sociedad, á la que bautizaría un inglés de Cádiz con el titulo de The Peregil Company limited.

1. El descubrimiento de que la enfermedad de Oscar Wilde es una verdadera epidemia, que se extiende, como horrible mancha, sobro aterciopelados camarines de John's Wood, Piccadilly, West-End y Regent street, saturados de orientales perfumes, y entre luces lánguidas y mimosas, tornasoladas y brillantes, que alumbran, con el color de la bengala, á séres decrépitos y extraviados mentalmente, constituidos en perversa sociedad, á la que bautizaría un inglés de Cádiz con el titulo de The Peregil Company limited.

2. La acusación, que no podía faltar, de Londres contra Paris, "porque el desenfreno de estas babilónicas costumbres y la corrupción literaria" han germinado en el corazón del podrido poeta...

2. La acusación, que no podía faltar, de Londres contra Paris, «porque el desenfreno de estas babilónicas costumbres y la corrupción literaria» han germinado en el corazón del podrido poeta...

Desgraciadamente para la causa de la moralidad británica, Oscar Wilde, asiduo visitador do las umbrosas alamedas de Hyde Park, que veia, en su loca fantasia, cruzadas por wilis y gnomos, y nocturno tertuliano allí bajo las techumbres de los boscajes donde suelen tener paradas algunos de los soldados de la aguerrida Albión, no necesitaba aprender nada - suponiendo que hubiese aquí tales cátedras - a pasear, vestido de azul celeste, por el boulevard - según recuerdan crónicas parisienses - como paseaba por Hyde Park, con su célebre varita de nardos, y con un ramo de rosas que deshojaba en su copa de whisky para regalarse el paladar con pétalos de flores...

Desgraciadamente para la causa de la moralidad británica, Oscar Wilde, asiduo visitador do las umbrosas alamedas de Hyde Park, que veia, en su loca fantasia, cruzadas por wilis y gnomos, y nocturno tertuliano allí bajo las techumbres de los boscajes donde suelen tener paradas algunos de los soldados de la aguerrida Albión, no necesitaba aprender nada - suponiendo que hubiese aquí tales cátedras - a pasear, vestido de azul celeste, por el boulevard - según recuerdan crónicas parisienses - como paseaba por Hyde Park, con su célebre varita de nardos, y con un ramo de rosas que deshojaba en su copa de whisky para regalarse el paladar con pétalos de flores...

En París no hay más que un culto: el culto á la mujer. Si en esta ciudad, donde se enseñó el ateísmo por principios, se formara un nuevo Dios, es seguro que daríasele forma de mujer francesa. Recuerdo haber escrito que París es femenino; que entrar en París es como entrar en el boudoir de una mujer bonita que se dispone á tomar un baño, con el cabello en desorden, con los ojos adormecidos y orlados de ojeras azules, muy sonreída, recordando las picardías de toda su vida...

En París no hay más que un culto: el culto á la mujer. Si en esta ciudad, donde se enseñó el ateísmo por principios, se formara un nuevo Dios, es seguro que daríasele forma de mujer francesa. Recuerdo haber escrito que París es femenino; que entrar en París es como entrar en el boudoir de una mujer bonita que se dispone á tomar un baño, con el cabello en desorden, con los ojos adormecidos y orlados de ojeras azules, muy sonreída, recordando las picardías de toda su vida...

La prueba de que no gustan en París las extravagancias contra el eterno femenino, es la protesta general contra las lucubraciones de Strindberg... Para París, la mujer es un idolo sagrado. Se llega al extremo de respetar sus faltas, de adorar sus ligerezas...

La prueba de que no gustan en París las extravagancias contra el eterno femenino, es la protesta general contra las lucubraciones de Strindberg... Para París, la mujer es un idolo sagrado. Se llega al extremo de respetar sus faltas, de adorar sus ligerezas...

En algunos Cabarets de decadents, donde los morfinómanos beben cerveza en copas macabras con hechuras de cráneos, no han de faltar ciertamente, y no faltan, genios no comprendidos é infelices con quienes reza la siguiente afirmación de un cronista:

En algunos Cabarets de decadents, donde los morfinómanos beben cerveza en copas macabras con hechuras de cráneos, no han de faltar ciertamente, y no faltan, genios no comprendidos é infelices con quienes reza la siguiente afirmación de un cronista:

"L'amour unisexual, dans un certain nombre de cerveaux trés cultivés, se confond avec la recherche de l'absolu. Il semble que ce soit une façon d'idealiser l'amour, d'en rendre impossibles les suites naturelles et socialement utiles. Des poėtes n'ont pas hésité á défendre et á propager cette périlleuse conception de l'amour."

«L'amour unisexual, dans un certain nombre de cerveaux trés cultivés, se confond avec la recherche de l'absolu. Il semble que ce soit une façon d'idealiser l'amour, d'en rendre impossibles les suites naturelles et socialement utiles. Des poėtes n'ont pas hésité á défendre et á propager cette périlleuse conception de l'amour.»

Pero la literatura francesa no se dedica al cultivo de ese sport... En periódicos como L'Eclair se ha defendido el adulterio, con inusitado lujo de erotismo, ó se ha pedido el perdón de la culpa, como lo pidiera últimamente Alfonso Daudet; otros periódicos, como Le Fígaro, han afirmado en chirigota, que aquí no hay quien pueda llamarse padre de nadie; y en la enquete relativa á los juicios y opiniones sobre la ley presentada en Cortes autorizando á indagar la paternidad, ha dicho Zola que para estar seguro de ser padre hay que marcharse con la mujer á una is la desierta, y ha recomendado otro escritor que los vecinos se amen al aire libre…

Pero la literatura francesa no se dedica al cultivo de ese sport... En periódicos como L'Eclair se ha defendido el adulterio, con inusitado lujo de erotismo, ó se ha pedido el perdón de la culpa, como lo pidiera últimamente Ifonso Daudet; otros periódicos, como Le Fígaro, han afirmado en chirigota, que aquí no hay quien pueda llamarse padre de nadie; y en la enquete relativa á los juicios y opiniones sobre la ley presentada en Cortes autorizando á indagar la paternidad, ha dicho Zola que para estar seguro de ser padre hay que marcharse con la mujer á una is la desierta, y ha recomendado otro escritor que los vecinos se amen al aire libre…

Pero no ha habido ni hay quien defienda las prácticas de Oscar Wilde, y guardando al escritor todas las consideraciones que merece, por ser el más eximio de los humoristas ingleses de ahora, y además notabilísimo dramaturgo, todo el mundo aplica al hombre la palabra del marqués de Queensbury:- ¡Shocking!

Pero no ha habido ni hay quien defienda las prácticas de Oscar Wilde, y guardando al escritor todas las consideraciones que merece, por ser el más eximio de los humoristas ingleses de ahora, y además notabilísimo dramaturgo, todo el mundo aplica al hombre la palabra del marqués de Queensbury:- ¡Shocking!

Inglaterra tiene, como advierte gráficamente un escritor, una hipocresía agresiva. Y es irritante que la ciudad de los escándalos narrados en la Pall Mall Gazette, pretenda el absurdo de que la echen á perder las malas compañías,

Inglaterra tiene, como advierte gráficamente un escritor, una hipocresía agresiva. Y es irritante que la ciudad de los escándalos narrados en la Pall Mall Gazette, pretenda el absurdo de que la echen á perder las malas compañías,

¡Pobrecita, tan joven y ya en lenguas!

LUIS BONAFOUX.

LONDON-PARIS.

When I indicated, when speaking of Strindberg, the process in which Oscar Wilde would appear, I could not deceive myself regarding its worldly resonance, because in Paris much has been said about the quisicosas of that poet.

The immediate consequences of the unprecedented scandal, which circulates by telegraph and cable, staining the pages of the European and American press, are twofold; namely:

1. The discovery that Oscar Wilde's disease is a veritable epidemic, spreading, like a horrible stain, over the velvety dressing rooms of John's Wood, Piccadilly, West End and Regent Street, saturated with oriental perfumes, and between languid and cuddly lights , iridescent and brilliant, that illuminate, with the color of the flare, decrepit and mentally lost beings, constituted in a perverse company, which an Englishman from Cádiz would baptize with the title of The Peregil Company Limited.

2. The accusation, which could not fail, of London against Paris, "because the debauchery of these Babylonian customs and literary corruption" have germinated in the heart of the rotten poet...

Unfortunately for the cause of British morality, Oscar Wilde, assiduous visitor to the shady alleys of Hyde Park, who saw, in his mad fantasy, crossed by wiles and gnomes, and a nocturnal tertullian there under the roofs of the woods where they usually stop some of the soldiers of the brave Albion, did not need to learn anything - supposing that there were such chairs here - to walk, dressed in sky blue, along the boulevard - according to Parisian chronicles - as he walked through Hyde Park, with his famous tuberose wand , and with a bouquet of roses that he stripped in his glass of whiskey to treat his palate with flower petals...

In Paris there is only one cult: the cult of women. If in this city, where atheism was first taught, a new God were formed, it would surely take the form of a French woman. I remember writing that Paris is feminine; that entering Paris is like entering the boudoir of a pretty woman who is about to take a bath, with her hair in disarray, her sleepy eyes rimmed with blue circles under her eyes, smiling a lot, remembering the pranks of her whole life. .

The proof that Paris does not like extravagances against the eternal feminine is the general protest against Strindberg's lucubrations... For Paris, woman is a sacred idol. It goes so far as to respect their faults, to adore their lightness...

In some Cabarets de decadents, where morphine addicts drink beer in macabre glasses with skulls, there certainly are not missing, and they are not missing, misunderstood and unhappy geniuses with whom the following statement by a chronicler prays:

"L'amour unisexual, dans a certain cerveaux trés cultivés name, is confond avec la recherche de l'absolu. Il semble que ce soit une façon d'idealiser l'amour, d'en rendre impossibles les suites naturelles et socialement utiles Des poėtes n'ont pas hesité á défendre et á propagar cette perilleuse conception de l'amour."

But French literature is not dedicated to the cultivation of this sport... In newspapers such as L'Eclair, adultery has been defended, with unusual luxury of eroticism, or forgiveness of guilt has been requested, as Alfonso Daudet recently requested; other newspapers, such as Le Fígaro, have affirmed in chirigota, that here there is no one who can be called anyone's father; and in the enquete relative to the judgments and opinions on the law presented in Cortes authorizing the investigation of paternity, Zola has said that to be sure of being a father one must go with the woman to a deserted island, and another writer has recommended that neighbors love each other outdoors...

But there has been and there is no one who defends the practices of Oscar Wilde, and keeping the writer all the considerations he deserves, for being the most distinguished of the English humorists of today, and also a most notable playwright, everyone applies to man the word of the Marquess of Queensbury:- Shocking!

England has, as one writer graphically warns, an aggressive hypocrisy. And it is irritating that the city of the scandals narrated in the Pall Mall Gazette, claims the absurdity of being spoiled by bad companies,

Poor thing, so young and already in tongues!

LOUIS BONAFOUX.