Diario de Tenerife - Tuesday, July 9, 1895

El rigor brutal con que se le castiga ha logrado despertar la piedad hacia Oscar Wilde, cuyos pecados habian e hecho indigno de tan generoso sentimento.

Horroriza leer los crueles é inverosimiles detalles de la brutal punición: y espanta la visión medrosa de los infelices condenados dando vueltas á la rueda del suplicio, con el cuerpo demacrado, temblando siempre bajo el constante temor del latigazo que se señala en carne viva; sin otra esperanza que la amarga del aniquila miento y la muerte...

La inflexible ley inglesa, en que [...] pa pita el [...] de la eded media, el espíritu de inquisición de los pueblos barbaros, no perdona ni uu grito de la carne [...], ni un quejido de an gustia, ni una contracción dolorose de la entraña herida .. «El ojo por ojo» de las razas no civilizadas es un castigo suave y blando comparado con los que permiten las leyes de la civilizada, severa, correctísima Albión.

En todos log diarios de Paris se lee el mismo grito de conmiseració para un desdichado.

Quien ha de imaginar tal cosa no conociendo más que superficie del pueblo inglés?

La autoridad se disimula, la coacción se oculta. Los «policemen» no tienen más armas que un palo: los pocos militares â quienes se ve por la calle solo llevan un ligerisimo bastón.

Nada de violencias exteriores. Luego,en las prisiones se sujeta á los penados a las iniquidades salvajes del «tread mill» para matarlos lentamente.

Ninguna immoralidad en la via publica y después, à cencerros tapados, los escandalos de la «Pall Mall Gazette», el proceso de los niños telegrafistas; aquel otro del juego en que resultaron comprometidos altimos personales; los frecuentes divorcios escandalosos.

La careta siempre puesta: los guantas en las manos siempre.

La correccíon por fuera: la corrupción por dentro.

Con razón se indignan los periódicos de Paris contra el magistrado londonense Sir Francis Jeune que se he permitido dudar de la moralidad de los franceses porque un francés, naturalizado en Inglaterra, cometío el horible delito de casarse con una hermana de su primera mujer, ignorando que las severas, correctrs é inflexibles leyes inglesas prohiben el matrimonio entre cuñados.

ANTONIO DE LA VEGA

El Guadalete - Saturday, June 22, 1895

El rigor brutal con que se le castiga ha logrado despertar la piedad hacia Oscar Wilde, cuyos pecados habian e hecho indigno de tan generoso sentimento.

Horroriza leer los crueles é inverosimiles detalles de la brutal punición: y espanta la visión medrosa de los infelices condenados dando vueltas á la rueda del suplicio, con el cuerpo demacrado, temblando siempre bajo el constante temor del latigazo que se señala en carne viva; sin otra esperanza que la amarga del aniquila miento y la muerte...

La inflexible ley inglesa, en que aun palpita el alma de la edad media, el espíritu de inquisición de los pueblos barbaros, no perdona ni uu grito de la carne llagada, ni un quejido de an gustia, ni una contracción dolorose de la entraña herida .. «El ojo por ojo» de las razas no civilizadas es un castigo suave y blando comparado con los que permiten las leyes de la civilizada, severa, correctísima Albión.

En todos log diarios de Paris se lee el mismo grito de conmiseració para un desdichado.

Quien ha de imaginar tal cosa no conociendo más que superficie del pueblo inglés?

La autoridad se disimula, la coacción se oculta. Los «policemen» no tienen más armas que un palo: los pocos militares â quienes se ve por la calle solo llevan un ligerisimo bastón.

Nada de violencias exteriores. Luego,en las prisiones se sujeta á los penados a las iniquidades salvajes del «tread mill» para matarlos lentamente.

Ninguna immoralidad en la via publica y después, à cencerros tapados, los escandalos de la «Pall Mall Gazette», el proceso de los niños telegrafistas; aquel otro del juego en que resultaron comprometidos altimos personales; los frecuentes divorcios escandalosos.

La careta siempre puesta: los guantas en las manos siempre.

La correccíon por fuera: la corrupción por dentro.

Con razón se indignan los periódicos de Paris contra el magistrado londonense Sir Francis Jeune que se he permitido dudar de la moralidad de los franceses porque un francés, naturalizado en Inglaterra, cometío el horible delito de casarse con una hermana de su primera mujer, ignorando que las severas, correctrs é inflexibles leyes inglesas prohiben el matrimonio entre cuñados.

ANTONIO DE LA VEGA.

Highlighted DifferencesMatch: 99.1%