Previous report Diario de Tenerife - Wednesday, June 12, 1895
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El rigor brutal con que se le castiga ha logrado despertar la piedad hacia Oscar Wilde, cuyos pecados habian e hecho indigno de tan generoso sentimento.

El rigor brutal con que se le castiga ha logrado despertar la piedad hacia Oscar Wilde, cuyos pecados habian e hecho indigno de tan generoso sentimento.

Horroriza leer los crueles é inverosimiles detalles de la brutal punición: y espanta la visión medrosa de los infelices condenados dando vueltas á la rueda del suplicio, con el cuerpo demacrado, temblando siempre bajo el constante temor del latigazo que se señala en carne viva; sin otra esperanza que la amarga del aniquila miento y la muerte...

Horroriza leer los crueles é inverosimiles detalles de la brutal punición: y espanta la visión medrosa de los infelices condenados dando vueltas á la rueda del suplicio, con el cuerpo demacrado, temblando siempre bajo el constante temor del latigazo que se señala en carne viva; sin otra esperanza que la amarga del aniquila miento y la muerte...

La inflexible ley inglesa, en que [...] pa pita el [...] de la eded media, el espíritu de inquisición de los pueblos barbaros, no perdona ni uu grito de la carne [...], ni un quejido de an gustia, ni una contracción dolorose de la entraña herida .. «El ojo por ojo» de las razas no civilizadas es un castigo suave y blando comparado con los que permiten las leyes de la civilizada, severa, correctísima Albión.

La inflexible ley inglesa, en que aun palpita el alma de la edad media, el espíritu de inquisición de los pueblos barbaros, no perdona ni uu grito de la carne llagada, ni un quejido de an gustia, ni una contracción dolorose de la entraña herida .. «El ojo por ojo» de las razas no civilizadas es un castigo suave y blando comparado con los que permiten las leyes de la civilizada, severa, correctísima Albión.

En todos log diarios de Paris se lee el mismo grito de conmiseració para un desdichado.

En todos log diarios de Paris se lee el mismo grito de conmiseració para un desdichado.

Quien ha de imaginar tal cosa no conociendo más que superficie del pueblo inglés?

Quien ha de imaginar tal cosa no conociendo más que superficie del pueblo inglés?

La autoridad se disimula, la coacción se oculta. Los «policemen» no tienen más armas que un palo: los pocos militares â quienes se ve por la calle solo llevan un ligerisimo bastón.

La autoridad se disimula, la coacción se oculta. Los «policemen» no tienen más armas que un palo: los pocos militares â quienes se ve por la calle solo llevan un ligerisimo bastón.

Nada de violencias exteriores. Luego,en las prisiones se sujeta á los penados a las iniquidades salvajes del «tread mill» para matarlos lentamente.

Nada de violencias exteriores. Luego,en las prisiones se sujeta á los penados a las iniquidades salvajes del «tread mill» para matarlos lentamente.

Ninguna immoralidad en la via publica y después, à cencerros tapados, los escandalos de la «Pall Mall Gazette», el proceso de los niños telegrafistas; aquel otro del juego en que resultaron comprometidos altimos personales; los frecuentes divorcios escandalosos.

Ninguna immoralidad en la via publica y después, à cencerros tapados, los escandalos de la «Pall Mall Gazette», el proceso de los niños telegrafistas; aquel otro del juego en que resultaron comprometidos altimos personales; los frecuentes divorcios escandalosos.

La careta siempre puesta: los guantas en las manos siempre.

La correccíon por fuera: la corrupción por dentro.

Con razón se indignan los periódicos de Paris contra el magistrado londonense Sir Francis Jeune que se he permitido dudar de la moralidad de los franceses porque un francés, naturalizado en Inglaterra, cometío el horible delito de casarse con una hermana de su primera mujer, ignorando que las severas, correctrs é inflexibles leyes inglesas prohiben el matrimonio entre cuñados.

Con razón se indignan los periódicos de Paris contra el magistrado londonense Sir Francis Jeune que se he permitido dudar de la moralidad de los franceses porque un francés, naturalizado en Inglaterra, cometío el horible delito de casarse con una hermana de su primera mujer, ignorando que las severas, correctrs é inflexibles leyes inglesas prohiben el matrimonio entre cuñados.

ANTONIO DE LA VEGA

The brutal rigor with which he is punished has succeeded in awakening pity for Oscar Wilde, whose sins had made him unworthy of such generous sentiment.

It horrifies to read the cruel and unbelievable details of the brutal punishment: and frightens the fearful vision of the unfortunate condemned turning the wheel of torture, with emaciated bodies, always trembling under the constant fear of the lash that is marked raw; with no other hope than the bitter one of annihilation and death...

The inflexible English law, in which [...] papita the [...] of the middle age, the spirit of inquisition of barbarian peoples, does not forgive a cry of the flesh [...], not a groan of anguish, nor a painful contraction of the wounded entrails.. "An eye for an eye" of the uncivilized races is a soft and mild punishment compared to those allowed by the laws of civilized, severe, most correct Albion.

In all the daily logs of Paris one reads the same cry of commiseration for an unfortunate person.

Who is to imagine such a thing knowing only the surface of the English people?

Authority is concealed, coercion is hidden. The "policemen" have no weapons other than a stick: the few soldiers you see on the street only carry a very light cane.

No external violence. Later, in the prisons, the convicts are subjected to the savage iniquities of the "tread mill" in order to kill them slowly.

No immorality on public roads and then, with covered cowbells, the scandals of the "Pall Mall Gazette", the trial of the child telegraph operators; that other game in which personal highs were compromised; the frequent scandalous divorces.

The mask always on: the gloves on the hands always.

The correctness outside: the corruption inside.

The Paris newspapers are rightly indignant against the London magistrate Sir Francis Jeune who has allowed himself to doubt the morality of the French because a Frenchman, naturalized in England, committed the horrible crime of marrying a sister of his first wife, ignoring that the severe, correct, and inflexible laws of England forbid marriage between brothers-in-law.

ANTONY DE LA VEGA