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Original paragraph in
El Heraldo de Madrid - Monday, April 29, 1895
El Heraldo de Madrid - Monday, April 29, 1895
Most similar paragraph from
El Universal - Sunday, May 26, 1895
El Universal - Sunday, May 26, 1895
Difference
Estamos otra vez de lleno en el famoso y repugnante proceso de Oscar Wilde.
He aquí más detalles acerea del famoso y repugnante proceso de Oscar Wilde.
Comprobadas en todas sus partes las terribles acusaciones formuladas contra el escritor, los tribunales ingleses han instruído
rápidamente el proceso, y éste ha comenzado ya á verse ante la Sala criminal de Old Bailey.
Comprobadas en todas sus partes las terribles acusaciones formulados contra el escritor, los tribunales ingleses han instruído
rápidamente el proceso, y éste ha comenzado ya á verse ante la Sala criminal de Old Bailey.
En este proceso comparecen ante el Jurado Oscar Wilde y su cómplice Taylor, un miserable degenerado que para no desmerecer de Oscar,
preséntase á la contemplación da todos vestido de igual manera que aquél. Se había dicho que este acusado haría confesiones claras y terminantes sobre uno
da los puntos tratados por la acusación fiscal; pero en la primera sesión ha sostenido, como Oscar, que no es culpable de nada de lo que se le acuse.
Taylor, segúa nos lo presenta el ministerío público, fué hasta hace poco un criado sin colocación. No tenía medio alguno de existencia,
y de pronto, de la noche á la mañana, aparece habitando en Little-College street un pisito de tres libras esterlinas de alquiler semanal (300 pesetas
mensuales), que amuebló con lujo, esparciendo por todo él esencias y perfumes. Además de esto provistóse da Champagne y de whisky, las bebidas predilectas
de Oscar Wilde.
Taylor, segúa nos lo presenta el ministerío público, fué hasta hace poco un criado sin colocación. No tenía medio alguno de existencia, y
de pronto, de la noche á la mañana, aparece habitando en Little-College street un pisito de tres libras esterlinas de alquiler semanal, que amuebló con
lujo, esparciendo por todo él esencias y perfumes.
De servidumbre no tenía á nadie, y en cuanto á visitas, no recibía más que á Wilde, á quien siempre acompañaban jóvenes do dudosas
costumbres.
De servidumbre no tenía á nadie, y en cuanto á visitas, no recibía más que á Wilde, á quien siempre acompañaban jóvenes de dudosas
costumbres.
A todo esto, Taylor no poseía ni ganaba un céntimp, y vivía como un sujeto que tuviera de 12 á 15.000 pesetas de renta, y asi por
espacio do dos años consecutivos.
A todo esto, Taylor no poseía ni ganaba un céntimo, y vivía como un sujeto que tuviera de 12 á 15,000 francos de renta, y asi por espacio
de dos años consecutivos.
Es el asunto esoabriao, y la pluma vacila eu referir lo que tan fácilmente acogen en sus columnas los periódicos ingleses y franceses,
los cuales se extienden con verdadero lujo de detalles en las declaraciones prestadas por varios testigos,
Es el asunto escabroso, y la pluma vacila en referir lo que tan fácilmente acogen en sus columnas los periódicos ingleses y franceses,
los cuales se extienden con verdadero lujo de detalles en las declaraciones prestadas por varios testigos,
De estas, las más salientes son las de un soldado del ejórcito inglés, un tal Charles Porker, que fué varias veces á casa de Taylor,
requerido y agasajado por éste, y la de la dueña de la casa de Little Colleg street la cual afirmó que jamás eane traba la luz del día en el piso
alquilado á Taylor, y que éste tenía encendidas constantemente lámparas y bugías rodeadas de gasas rosadas.
De estas, las más salientes son las de un soldado del ejórcito inglés, un tal Charles Porker, que fué varias veces á casa de Taylor,
requerido y agasajado por éste, y la de la dueña de la casa de Little Colleg street la cual afirmó que jamás eane traba la luz del día en el piso
alquilado á Taylor, y que éste tenía encendidas constantemente lámparas y bugías rodeadas de gasas rosadas.
Según esta testigo, su inquilino poseía un guardarropa de mujer, muy bien provisto, en el que se notaba la presencia de pelucas rubias
y negras y dos trenzas bastante largas.
Según esta testigo, su inquilino poseía un guardarropa de mujer, muy bien provisto, en el que se notaba la presencia de pelucas rubias y
negras y dos trenzas bastante largas.