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Original paragraph in
La Época - Saturday, April 13, 1895
La Época - Saturday, April 13, 1895
Most similar paragraph from
El Nacional - Friday, May 10, 1895
El Nacional - Friday, May 10, 1895
Difference
Oscar Wilde, el poeta tan conocido en París, ha construido la más horrible y repugnante de sus obras, dando lugar al escandaloso proceso
que en estos momentos hace pronunciar millones de veces la palabra shocking á los pulcros ingleses.
Oscar Wilde, el poeta tan conocido en París, ha construido la más horrible y repugnante de sus obras, dando lugar al escandaloso proceso
que en estos momentos hace pronunciar millones de veces la palabra shocking á los pulcros ingleses.
Y no ha empleado, ciertamente, ni la noble pluma, ni el blanco papel para levantar la más inmunda de sus creaciones y la que mayor
celebridad le ha dado, pese á sus grandes méritos literarios. De sustancia más olorosa y repugnante base servido Necesario es retroceder á determinadas
escenas bíblicas que provocaron tremebundos y coléricos castigos, ó pasearse por la historia de Grecia, echar una rápida ojeada á los palacios imperiales
de Roma y Bizancio, ó abrir la escandalosa crónica de Enrique III y los Médicis para encontrar algo parecido y que forme monstruosa pareja por lo que á
impudor é inmundicia se refiere.
Y no ha empleado, ciertamente, ni la noble pluma, ni el blanco papel para levantar la más inmunda de sus creaciones y la que mayor
celebridad le ha dado, pese á sus grandes méritos literarios. De sustancia más olorosa y repugnante base servido Necesario es retroceder á determinadas
escenas bíblicas que provocaron tremebundos y coléricos castigos, ó pasearse por la historia de Grecia, echar una rápida ojeada á los palacios imperiales
de Roma y Bizancio, ó abrir la escandalosa crónica de Enrique III y los Médicis para encontrar algo parecido y que forme monstruosa pareja por lo que á
impudor é inmundicia se refiere.
¡Vengan ahora los poetas hablándonos de ídealismos y de complicaciones del espíritu!
¡Vengan ahora los poetas hablándonos de ídealismos y de complicaciones del espíritu!
Todos tenían á Osear por un hombre de exquisitos sentimientos y refinamientos intelectuales. El fué de los pocos que se opusieron tenaz y
ardientemente á la victoria del naturalismo, y recorrió América del Norte para condenarlo públicamente en sinfín do notables conferencias. Wilde nos habló
mil veces quintaesenciados simbolismos y delicadísimas psicologías que vinieron á desterrar para siempre la baba y la lepra y el lodo de que, según él,
había salpicado el naturalismo á la generación actual. Para el poeta inglés habíanse inventado, en fin, novísimas y rebuscadas palabras que expresaran las
sutiles formas y los aéreos pensamientos de que están llenas sus obras, y él se pasaba la vida adorando platónicamente la forma literaria, obsesionado por
el perfume de las palabras y de las frases.
Todos tenían á Osear por un hombre de exquisitos sentimientos y refinamientos intelectuales. El fué de los pocos que se opusieron tenaz y
ardientemente á la victoria del naturalismo, y recorrió América del Norte para condenarlo públicamente en sinfín do notables conferencias. Wilde nos habló
mil veces quintaesenciados simbolismos y delicadísimas psicologías que vinieron á desterrar para siempre la baba y la lepra y el lodo de que, según él,
había salpicado el naturalismo á la generación actual. Para el poeta inglés habíanse inventado, en fin, novísimas y rebuscadas palabras que expresaran las
sutiles formas y los aéreos pensamientos de que están llenas sus obras, y él se pasaba la vida adorando platónicamente la forma literaria, obsesionado por
el perfume de las palabras y de las frases.
Sin embargo, resulta ahora que ha escrito el capítulo más vergonzoso del naturalismo. Sólo en una cosa ha sido consecuente. Escribió una
vez que el arte, que su arte, no se enderezaba á imitar la Naturaleza, sino todo lo contrario. Ha probado, con efecto, que va contra la Naturaleza en
todo, ¡hasta en sus vicios! Pero en este aspecto de la estética sólo pueden intervenir los Tribunales, y el rigor de la ley caerá sobre el miserable.
Sin embargo, resulta ahora que ha escrito el capítulo más vergonzoso del naturalismo. Sólo en una cosa ha sido consecuente. Escribió una
vez que el arte, que su arte, no se enderezaba á imitar la Naturaleza, sino todo lo contrario. Ha probado, con efecto, que va contra la Naturaleza en
todo, ¡hasta en sus vicios! Pero en este aspecto de la estética sólo pueden intervenir los Tribunales, y el rigor de la ley caerá sobre el miserable.